viernes, 27 de febrero de 2015

SOBRE UNA REFLEXIÓN



La persona amable es esa que, a cambio de nada, nos ofrece terrones de azúcar para que se diluyan dentro de nuestras ilusiones”


Hay gente que va dando terrones de azúcar,
del mismo modo que el aire regala una caricia
o que un puerto sonríe al barco que se acerca.
Hay gente así, mesando los cabellos de los otros
con los dedos hechos de sonrisa y fantasía.
Hay gente tan sensible y tan amable
que en vez de cortar flores, planta flores,
no en los jardines donde tantas nimban,
sino en el páramo triste de un infeliz retiro.
Hay gente que no mira lo que guarda dentro
porque más le place la lisura que ofrece:
una mirada, un guiño, un gesto, una sonrisa,
que, cual aves de presa, se posan en el alma
de quien guarda, en sus gajos, desencantos.
Hay gente que va dando terrones de azúcar
para endulzar el sinsabor de la melancolía,
donde el sol de la mañana sea sol en la mañana
y los anocheceres soplen besos tan límpidos
que, como azucarillos, convenzan a lo amargo.

2 comentarios:

  1. Un precioso poema. Mucha suerte encontrarse en esta vida con alguien así. Si alguien es capaz de endulzar nuestra amargura conviene tenerlo cerca e intentar corresponderle, hacer que esa persona sea feliz para que pueda seguir compartiendo felicidad.

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  2. Gracias por el comentario. Hay gente así; sería maravilloso que hubiese mucha, pero en eso, como en casi todo lo bueno, no tenemos abundancia.

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