jueves, 17 de julio de 2014

EL JARDÍN DEL BESO


El jardín del beso

Vuela mi pensamiento y te adivina
sintiendo en tu beso un dolor de espina
que propicia su púa calorina.

Un beso, un latido, mil besos… pues mil
pinchazos de fuegos lejos del pretil
que muestran abismos de difuso añil.

Surcan verdes, amarillas y violetas
las pasionales caricias, marionetas
que en la boca se deshacen en piruetas.

Burbujitas de sol que contenidas
en pasiones y anhelos, como vidas
simples van a mis labios decididas.

E insiste el pensamiento que, obstinado
hurgando en tu figura, mira el prado
ya en tu aliento solar ensalivado.

Prado no verde, rojo como grana
que entinta de ese tono la mañana
en la que un primer beso se desgrana.

Todo esto que cavilo se avecina
en bordados de un lírico pensil
vestido de caléndulas coquetas.

Idílico jardín que se empecina
en citar las abejas en abril
y sean hasta otoño sus estetas.

El jardín es el beso y ni un rey Midas
con su fulgurante ímpetu dorado
ganaría a la luz que lo ornamenta.

No habrá raros aromas ni flores engreídas,
pues un vergel es precisamente, enamorado,
el beso guarecido del brillo que lo argenta.

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