¿Dónde
las alas?
¿Dónde
guardas tus alas, dulce amante,
desabrochadas
ya hace tiempo del envés
de
tu figura, logrando que el después
no
alcance nunca el pulso del instante?
¿Dónde
duermen, ocultas, las cautelas
que
sabiéndote radiante voladora
han
borrado el ayer con el ahora,
y
no vuelas pasión? ¿Por qué no vuelas?
Busca,
amor, ese aleteo en que te pido
se
extasíe el impudor que desatiende
al
deseo paciente igual que enardecido.
Cuando
añoro que vueles, sobreentiende
la
erótica metáfora: aquel voraz latido,
ese
batir de alas que me enciende.
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