jueves, 12 de diciembre de 2013

¿ESTÁS AHÍ, MADRE?






¿Estás ahí madre?


¿Estás ahí madre,
donde te fuiste
para esperarme?

¿Sigues dormida
en ese corazón
que ayer reía?

¿Tu sentimiento
a calmar penas
sigue viniendo?

¿Aún tus ojos
andan dormidos
por mis recodos?

¿Y esas, tus manos
nobles, insisten
en secar llantos?

¿Sigue tu aliento
soplando briznas
de fe en el tiempo?

¿Es tu dulzura
la miel aquella
de amor y azúcar?

Y tu voz, madre,
¿aún me la guardas
para más tarde?

¿Sigues conmigo,
diciendo ausente
que no te has ido?

¡Mi pecho arde
por ir a verte…!
¿Estás ahí madre?


2 comentarios:

  1. Este comentario ha sido eliminado por el autor.

    ResponderEliminar
  2. Cuando llegamos por primera vez junto al corazón de nuestra madre — introduciéndonos en su vientre—, un trocito de su alma es sembrado en nuestro corazón, como si de una semilla que brota en primavera se tratase. Durante los inviernos en los que la vida es árida, el clima frío y las alimañas pacen a sus anchas sobre la tierra, somos conscientes de que esa semilla, tan bien plantada y abonada, brotará la próxima primavera, obsequiándonos con sus frutos, sus flores... esparciendo sus aromas. Aunque no la veas, sé que la sientes, con la certeza de que siempre permanece un trozo de su alma en tu corazón, como todo lo mágico que sucede en nuestras vidas.

    ResponderEliminar