Amanecer
y corazón
que, olvidada de la noche, pide al gallo
cantar al día montado en su caballo
de trotes dormidos que el albor depreda.
Cada árbol y cada flor y cada espora,
bostezan hartos del canto de la luna.
Nada quiere dormir ya, y se desayuna
milhojas de alba y ensaimadas de aurora.
Comienza el nuevo día que, arrebolado,
con una imagen despierta y satisfecha
va desde la firme rama al laxo prado.
Y en un tronco se puede ver como fue hecha
la imagen de un corazón enamorado
con dos nombres en la punta de una flecha.
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