Anoche,
despierto, anoche, dormido…
Anoche,
despierto, soñándote, amaba
voraz
ese cuerpo de cera caliente
donde
cada beso volaba insolente
tras
andar tu boca, febril a tu algaba.
Anoche,
dormido, despierto soñaba
oír
tus gemidos cautos en la mente,
canción
que al hechizo lleva impenitente,
hacia
el muro defensor de tu alcazaba.
Anoche,
dormido, mis ansias traviesas
adoraron
tus dos cactus sin espinas,
y
así entre mis manos, como golosinas
enceladas
de miel, danzaron dos fresas.
Anoche,
despierto, miré los cristales
que
están en tu cara. No hay noche ninguna
que
no brillen tanto como cuando hay luna
y
osas ofrecerme tus cielos vestales.
Anoche,
despierto, me quedé dormido,
dormido
en tu seno, despierto al deseo
que
indica el camino desde donde creo
sin
batir las alas se llega a tu nido.
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