Andar con la vida
No
te detengas
e
imita los pasos de la vida
con
sus arengas
de
fija inquietud no contenida.
No
te detengas.
Sé
parte suya
siguiendo
su curso al mismo paso
aunque
te excluya
de
sus prioridades, no hagas caso.
Sé
parte suya.
No
se detiene
jamás
en su andar obsesionado.
Siempre
va y viene
inquieta
por un eterno prado.
No
se detiene.
Es
concertista
de
la tonalidad con la que exhorta
a
que se vista
el
alma, si en dudas se desnorta.
Es
concertista.
Rechaza
el vino
latente
en un tonel ignoto
que
aunque cedrino
al
son de la vida no es devoto.
Rechaza
el vino.
Sigue
su paso,
no
dejes de ser parte de ella,
que
no haya ocaso
en
el día inmerso tras su huella.
Sigue
su paso
hasta
esa noche
en
la que el amanecer no existe,
goza
el derroche
que
en beberse la vida consiste,
hasta
esa noche.
Después
de eso
tendrá
que andar sola por tu ausencia.
¿Perderá
peso
la
vida ultrajada en la inmanencia
después
de eso?
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