Detente
Como
abejas que inflaman mi colmena
de
esperanzas, delirios y suspiros,
y
entre luces, cual canto de zafiros
luminosos,
el alma se me llena.
Como
el aire, que siempre en movimiento,
escribe
con su aliento de frescura
la
sencilla y airosa partitura
que
escucha el corazón y canta el viento.
Como
olas devoradas por la espuma
que
desvelan el sueño flameante
de
vivir para siempre cada instante
hasta
el bajío que al azul esfuma.
Como
palomas de alas mensajeras
que
buscan otro destino diluido
en
su instinto sutil, sexto sentido
que
las vuelve volantes hechiceras.
Como
flor que ofreciendo sus indicios
de
colores al valle o la pradera,
donde
el tallo nervudo se atrinchera
en
vegas, sendas, como precipicios.
Como
nubes, celestes peregrinas
de
lánguidas e inquietas andaduras,
que
bogan las etéreas alburas
al
amparo de turbias bambalinas.
Como
faros de luz divagadora
ataviados
de guiños inconstantes
no
son de mañana, de ayer ni de antes,
pues
su gesto veraz es el ahora.
Lo
mismo que abejas, aire, olas, flores,
igual
que nubes, faros o palomas,
a
mi puerta llamas y luego asomas
vestida
de candor y de rubores.
Enredada
en un tul que transparente
me
convida a ver, falsa celosía,
te
llamo y te sugiero “ven,
sé mía,
cruza
el umbral, acércate y detente.”
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