En
la oscuridad, cuando el sol se pone, con la ausencia de luz todo se
esconde tras lo difuminado, los colores parecen haberse diluido. Hago
una metáfora en la que, las flores han perdido su color como si
fuesen personas que se quitan su ropa cotidiana para dormir. De tal
modo que, con los primeros rayos de luz, el día siguiente las
despierta y las invita a ponerse las mismas prendas de color que
esparcen otra vez de vivos matices los entornos que van despertando
de la noche.
La
segunda reflexión, a través de un par de frases cercanas a la
obviedad, busca líricamente concluir en que la dimensión del amor
es tan grande y cala de forma tan determinante en el espíritu del
ser humano, que nunca, precisamente por eso, puede dejar de
experimentarse en él al menos un leve hálito de quebranto.
No hay comentarios:
Publicar un comentario