martes, 14 de mayo de 2013

SUSURROS DEL DUENDE. NÚMERO IV







En la oscuridad, cuando el sol se pone, con la ausencia de luz todo se esconde tras lo difuminado, los colores parecen haberse diluido. Hago una metáfora en la que, las flores han perdido su color como si fuesen personas que se quitan su ropa cotidiana para dormir. De tal modo que, con los primeros rayos de luz, el día siguiente las despierta y las invita a ponerse las mismas prendas de color que esparcen otra vez de vivos matices los entornos que van despertando de la noche.

La segunda reflexión, a través de un par de frases cercanas a la obviedad, busca líricamente concluir en que la dimensión del amor es tan grande y cala de forma tan determinante en el espíritu del ser humano, que nunca, precisamente por eso, puede dejar de experimentarse en él al menos un leve hálito de quebranto.

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