Hoy me sentaré un rato a ver pasar la vida. Si no me apresuro a hacerlo, puede que mis poros pierdan la oportunidad de disfrutar de ese momento que, por vivir, nunca llegamos a experimentar.
Tal vez soportaría que alguien me odiase. El malestar mayor sería experimentar el desprecio por parte de cualquiera.
Por supuesto que la fe no mueve montañas. Solamente nos conduce a la paranoia de creer que puede hacerlo.
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