viernes, 16 de agosto de 2013

SUSURROS DEL DUENDE. NÚMERO XXXVIII







Cerrar los ojos es permitir que se enciendan todos los inmensos salones del alma. El pensamiento percibe entonces una música enternecedora y los brillantes pisos de pulido mármol reflejan en ellos por doquier una figura de danzarina.



No es más pobre el que menos posee, sino aquel al quien le falta un trozo de alma.



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