El bien y el mal, como la luz y la sombra, no pueden existir el uno sin el otro. Sobre todo el primero tiene una enorme dependencia del segundo, para que puedan ser discernidas sus misericordiosas actitudes.
Desafiáronse jilguero y ruiseñor por ver cuál de los dos mejor cantaba... y terminaron el pulso a picotazos.
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