Rosas rojas
Rosas
de terciopelo, rojas, de un rojo encendido
como
el del fuego a punto de apagarse
tronar
quisieron en tu alma con fragante latido,
donde
cada pétalo quiso ser aromático vahído
que
sugiere la llama tratando de incendiarse.
Rosas
quise que fuesen y hurtaran tu aposento
calmado
por el viento aturdido en lo silente,
durmiendo
en la distancia su lánguido momento.
Rosas
quise que olieses, aroma de mi aliento
perfumado
de amor, ya puro y transparente.
Rosas
quise enviarte a casa, vida mía,
por
que
mi
amor abriese con ellas las estancias
donde
aguardan amor y melodía,
albergues
airosos tras cuidada celosía
combinados
de matices y fragancias.
Rosas
que dijesen, rojas, mi andar enamorado
con
el fin de tatuar en la epidermis de tu esencia
invisibles
élitros de un Eros extrañamente alado,
ese
duende, hoy volador, que sereno ha reposado
sus
vértigos de amor en mi elocuencia.
Rosas
quise que llegasen hasta tu corazón y tu mirada
llevando
por el aire el contenido sentimiento
que
tímido se esconde tras mi ánima inflamada,
pero
no pudo ser, no; aguarda, amada
a
que acabe la noche, llegue el día y el momento.
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