Sed
de amor
Esperando
por el Santo Advenimiento,
desatento
a cualquier otra circunstancia,
en
la estancia donde el alma me consuela
se
rebela al mismo tiempo mi sosiego.
Y
despliego las velas del destino,
de
un camino que añoro y no diviso.
Impreciso
anda el norte de mis pasos
siendo
escasos los detalles insinuantes.
Y
desde antes las neuronas atrevidas,
seducidas
por tu voz y tus llamadas,
como
hadas titilantes corren, vuelan
y
se encelan por estar bajo un dintel
que,
oropel de la impaciencia y el fervor,
sed
de amor es, que se apaga con tu piel.
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