Si
te hablo y no me oyes
Si
te hablo y no me oyes, sé
lo
poco que mi amor llega
al
alma que estando ciega
por
no mirar, no me ve.
Pero,
aunque sordo, tu oído
ha
de admitir mi palabra
si
labro un abracadabra
que
ponga en mi voz más ruido.
Busco
con esto decirte
que
bien que me atiendas quiero,
para
que escuches, primero,
por
después poder oírte.
Pues
el alma que mancilla
al
amor que la agasaja
es
parecida a una alhaja
que
no sonríe, no brilla...
¿Qué
te cuesta vida mía
regalarme
la atención
que
una vez mi corazón
mil
veces te pediría?
¿Es
que no has pensado en cuando
mi
voz calle eternamente,
este
corazón ausente
te
seguirá siempre hablando...?
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