martes, 9 de septiembre de 2014

UN MINUTO


Un minuto.

Digámosle sí al placer de los sentidos
que atiza en las venas un fuego inclemente
e impúdico que insta a la actitud decente
a estar en cada alma en pos de los gemidos.

Un sí inmediato al fragor de los vahídos
que crepitan en afán efervescente
donde el labio amable y la mano insistente
robar quieren los pudores escondidos.

Horas de pasión, de gozo y de locura
que en la piel modulan todos los placeres
que cada cuerpo porfía y se procura.

Más, un minuto es mayor a esos quereres
en un corazón rendido a la arpadura
de los rasgos del amor en sus enseres.

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