Soplo
de un beso
Como
un áspid con cabeza de organdí
y
colmillos venenosos de caricias
vertiste,
caudalosa, las delicias
de
una espesa savia al morder en mi.
Viniste
a mi mundo tal cual llega la aurora
rompiendo
el cristal ennegrecido
de
la noche. Fuiste tú gesto encendido
que
al alma gris de intenso azul decora.
Bajo
el cielo caliente de un verano
en
ademán aupado al pensamiento
alumbraste
un beso soplado por tu mano.
Yo
lo pillé al vuelo, lo cogí al momento,
y
su embrujo inflamado, plácido y lejano
con
grato perfume me trajo tu aliento.
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