Mi
flor de loto
Caída
del cielo la luz encandilada
Por
el soplo del sol recién aparecido,
Pisa
radiante como figura acrisolada
Lo
mismo que llevase sus alas al olvido
De
un conmovedor y cierto hechizo roto,
La
plácida frescura de las flores de loto.
Islotes
sonrientes que adornan la laguna
Con
el mágico cantar de sus colores
Vanidosos,
que se duermen con la luna
Aturdidos
por argénteos rumores
Que
hasta el último de sus cálices propicia
La
ensoñación, que en todos es caricia.
Flores
adornadas por su luz y su apostura,
Abiertas
de improviso por la prima chispa
De
sol que deshace presta su envoltura,
Como
inyectadas por pócimas de avispa,
Desplegando
ensoñaciones verdinosas
En
las hojas que las ciñen, envidiosas.
Duerme
con la noche y vibra con el día
En
la charca el loto de etéreo pigmento
Obstinado
en mostrar su juglaría
De
color y hermosura, reconocimiento
Que
le otorgan al son de sus antojos
El
suave misticismo y el gozo de los ojos.
Tú
eres, amor distante, flor de loto
Que
deslumbra con su vaho imaginado
En
mi ilusión, libro de viaje donde anoto
Cada
pétalo de color, tal vez anclado
En
la duda profunda que merece
Saber
si llega el día o si anochece.
Tú
eres, amor remoto, la alegranza
Que
acaricia cada instante de mi vida
Extasiando
en ella todo cuanto alcanza
A
silenciar un canto de ilusión perdida.
Añoro
que seas tú, es más, lo advierto,
Mi
flor de loto con cada pétalo despierto.