No
te quiero siena
Tirita
mi pasión, la sangre merma
en
sus arrebatados recorridos
que
hoy laten sin vigor, despavoridos
ante
el fresco dolor del alma yerma.
El
corazón se enciende de tristeza
y
se apaga de frío. Queda yerto
como
el pensamiento que, diserto
fuese
en loar la oquedad de su cabeza.
Cada
vez que te vas me dejas con la pena
mientras
se van contigo la miel y la ambrosía,
obsequios
de una diosa de tradición helena.
¡Cuánto
duele ver tornar la cierta fantasía
de
vivos pigmentos, por un lánguido siena
que
se va avivando con tu lejanía!
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