No
más viajes en vano
Pisas
leve en el estribo y bajas presurosa,
olvidada
del viaje indolente y del paseo
vacuo,
mirando la acera donde el pie se posa.
Bajas
la mirada y los zapatos color rosa
adivinan
en tus piernas el álgido
deseo
de
alejarte, devorando el suelo losa a losa.
Paso
tras paso das adiós a la jornada lisonjera
que
cual otras, veloz, se borra en tu memoria
como
lo hace el polen, olvidado de su antera.
E
ignorado el paseo anterior ya el alma espera
encontrar
la parada de autobuses decisoria
que
te deje ser feliz mientras la vida quiera.
Esa
es la vida, amor:
un
parco y medido itinerario
que
ella, en su costumbre, te ofrece antojadiza.
Esa
es la vida, amor: promesas
escritas en blanco de tiza
que
difusas quedan cuando ella lo estima necesario.
Esa
es la vida, amor: invitación
que
resplandece
ante
el cómodo respaldo de un viajero asiento
donde
pareces ser feliz, hasta el momento
en
que la euforia del paseo se opaca y languidece.
Súbete
en mi vida y prueba, no más viajes en vano
o
llévame en la tuya, no más viajes inciertos,
que
nuestras almas se busquen con los brazos abiertos
y
nuestros corazones vayan siempre asidos de la mano.
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