Guitarra
Con
voz dulce, templada y armoniosa
aturdes
el alma anhelante de vívidos antojos
que
atiende el oído, que escuchan los ojos
viendo
cada nota que doquier se posa.
Ese
timbre de aceros, de tripas y de linos
que
trepidan, gimen y sólo el aire apaga,
todo
lo canta, todo lo dice, todo lo divaga,
tanto
en mentes de azúcar o ensueños salinos.
Por
eso el tiempo que va de junio a mayo
cuando
cantas tú, guitarra, para oírte callo,
por
que esos cantares, cual veloz arpella,
como
a mí me embriagan, le vayan a ella.
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