miércoles, 20 de agosto de 2014

FUEGO


Fuego

Brotan llamas de un rojizo envanecido,
ascendentes desde la terrosa alfombra
que al cielo aturde y al entorno asombra
tras el crepitar, la humareda y el chasquido.

El fuego serpea al cebarse en cuanto mira,
devorador de todo, eterno insatisfecho
para el que jamás en sus jadeos hubo pecho
que pudiese contener la gula de su pira.

No es ese ardor, por el contrario, lo que quema
tras confinarse en las estancias complacientes
con la fúlgida certeza de la más radiante gema.

Porque es otro, nada devorador, en el que ausentes
los furores, un encendidísimo candor paciente rema
sobre el mar calmo y grácil de tus ojos refulgentes.

No hay comentarios:

Publicar un comentario