miércoles, 27 de agosto de 2014

MUSA


Musa

Portas la elegancia de los copos de nieve
cernidos desde el cielo por la mano brillante
que, puros como gemas con la luz de un brillante
inmenso, pulirán el entorno cada vez que nieve.

Tu voz me llega escrita, como un madrigal
suave como bucles de pelo, al viento sus ondas,
o con el timbre meloso que esparcen las ondas
del antiquísimo canto de algún madrigal.

Pues no va con tu timbre entonación esquiva
que evoque el ocaso del sol en el poniente,
porque en tu sonreír, los soplos de poniente,
la fragancia en el gesto de tu voz, esquiva.

Propone tu canto el susurrar de la arbolada
mecida por la brisa eternamente inquieta.
Es voz que me extasía, pero que nunca inquieta
mi mar que, desde ti, no es mar arbolada.

Tu semblante me muestra la flor de la azucena
y tu transpiración la fragante flor del mirto.
Es por tal que confundo la azucena con el mirto
en su aroma, y en su color al mirto y la azucena.

Los ojos cierro ahora, te imagino y me embeleso
en la consistencia de tus dones y tu hechizo.
Quiere decir eso que ante tal beldad me hechizo
transportado al éxtasis que me acerca a tu embeleso.

En poco tiempo viniste a ser mi dueña y musa
que adorna la palabra y la mirada con el beso.
Así, cuando te arrollo con ímpetu y te beso
en el Helicón del dios Apolo tiembla una musa.

Pues si mi amor era, torpe, aquel que ayer lucía
la indolencia de una barca varada y sin remo,
desde que apareciste, apasionadamente remo
hacia el enamorado corazón que late en ti, Lucía.

No hay comentarios:

Publicar un comentario