Estás
pegada a mí
Estás
pegada a mí como la hiedra trepadora
que,
enamorada, abraza todo lo que encuentra
cuando
al muro se afianza,
o en la rendija entra,
o
ríe viendo el sol u oliendo a lluvia llora.
Tus
bellos ojos son fragores luminosos, piras
licuadas
en dulzuras de almíbar y melaza
que
tiñen mi jardín, mi puerta y mi terraza
con
copos de terneza, cada vez que me miras.
Estás
pegada a mi como lo están alma y jadeo;
bates
mis interiores, dulces soplos de viento
que
refrescan el ansia con idílico gorjeo.
¡Cómo
percibo,
amor,
tu calidez, cómo la siento!
Has
de ver siempre en mis labios el tácito deseo
de
que seas hiedra en mi ser todo momento.
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