Luna
Azul
Añoraba,
sin saberlo, tu embestida
de
caricias, en azules derretida
como
luna pincelada de cobalto.
Meditaba,
transportando el inconsciente
al
lugar más recóndito y ausente,
vacío
de ilusión y de pasión falto.
Blanco
era el astro, blanca su figura
hasta
entonces, blanca y pura,
radiante
luz de aturdimiento.
Mas,
cuando llegaste, los matices parcos
del
disco, besados por carmines zarcos
azularon
de esplendor mi firmamento.
Y
fuiste como un soplo que, a la espiga
que
de ilusiones y encantos se desliga,
con
cierto embrujo invita al contoneo.
Índigo
matiz que en la noche oscura
su
magia contenida un instante apura
a
hacer del corazón ferviente reo.
Viniste
y despertaste el sentimiento
que
yacía inerme, princesa de cuento,
dormida,
que aguarda el hado del beso.
Me
encendiste el cielo llegando a trocar
celaje
de vidrio por luna de mar
y
certeza abrupta por azar ileso.
Siempre,
para siempre cada noche es esa
que
en lenguaje azul ciertamente expresa
no
ser ya más de nadie, luna, sino mía.
Blanca
puede ser de cualquiera, amarillenta,
plateada,
gris, brillante o macilenta,
todas
menos la azul... de mi Lucía.
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