En las cárceles está prohibida la lucha libre, al menos
mientras los deportistas no se encuentren en situación de libertad vigilada.
Tengo un amigo a quien no le gusta nada dar propina en los
restaurantes. Para no quedar mal, tras pagar la cuenta y antes de irse, se
levanta y da un giro de trescientos sesenta grados. Luego dice al camarero:
“Quédese con la vuelta”. Y se va
satisfecho.
Lo peor de llegar el último en una carrera de fondo es que
se dispone de menos tiempo que el resto para descansar, subir al podio y
recibir la medalla.
Siempre he sido un loco del esquí. Creo que a eso le llaman
esquizofrenia.
Las palabras “atraque” y “atraco” son tan parecidas la una y
la otra que consiguen tener el mismo significado. Apenas las diferencia el modo
en que son utilizadas: “¡Esto es un atraco!” o “Perdón, caballero, disculpe
usted que le atraque”.
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