viernes, 20 de septiembre de 2013

SUSURROS DEL DUENDE. NÚMERO CLVII









Posé un instante mi pensamiento en tu persona y la percepción difusa de tus ojos de diosa no me permitió recrearme en tu belleza. 


Venerar algo es amarlo. Amarlo intensamente casi hasta el límite de lo infinito, aún sin conocerlo, aún sin entenderlo.


Es preferible que Dios no me dé las cosas que no quiero a que me conceda las muchas que le pido. 



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