Suelo detenerme para mirar hacia atrás y ver el camino recorrido,
sonrojándome ver cuántas cosas me han quedado por hacer. Luego, vuelvo a enfilar
el gesto hacia delante e, indiferente, sigo andando.
Tengo la decidida esperanza de que antes de extinguirse mi existencia,
el hombre comience a ser un poco menos humano.
La vida es una monumental carrera en la que competimos todos, aunque
nunca nadie consigue llegar a la meta.
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