Es la luz de una llama más dubitativa que la de una bombilla incandescente y esto surte de mayor nitidez y alcance a la segunda; pero hay algo que de las dos solo la llama atesora: es capaz de contagiar de fuego cualquier cosa y nada es susceptible de poder evitar su cálido soplo.
La ambición nos hace desdeñar las cosas por las que realmente vale la pena vivir.
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