Hay quien se "sabe" inteligente cuando sostiene profundas y acaloradas discusiones con gente que supone vacía y necia. Eso equivale a ganar una partida de ajedrez a un niño corriente de cinco años y ser capaz de celebrarlo con cohetes.
Las heroicidades están inclinadas siempre hacia aquello que se conoce de los hechos, no a cómo se pudieron desarrollar en realidad.
La palabra está dibujada como un medio. El verdadero rigor no se encuentra del todo en ella, sino en la idea que la impulsa, esa idea que puede convertirla en trascendente, irrelevante e, incluso, ridícula.
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