jueves, 19 de septiembre de 2013

SUSURROS DEL DUENDE. NÚMERO CXXXIV









La vanidad surte en las personas el efecto de un esmalte de uñas. Debajo de la capa que las cubre resulta que todas son muy parecidas y es ridículo querer aparentar mayor grandeza donde no la hay.



Apenas se equivocaría quien afirmase que hemos venido al mundo convertidos en Montescos o Capuletos.



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