viernes, 20 de septiembre de 2013

SUSURROS DEL DUENDE. NÚMERO CXLIX








No arranques la rosa del rosal. Es angustioso para ella y su grito de dolor puede advertirse en el hueco que ha quedado vacío.



Por algunas personas sí daría mi vida. Nunca lo haría por la belleza de las cosas ni por la nobleza de cualquier causa.



La rosa cortada del rosal acaba su existencia de forma portentosa: intactos permanecen su aroma, su color y sus espinas. Aun vencida, sobreviven a ella tanto sus virtudes como sus desmanes.






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