domingo, 22 de septiembre de 2013

SUSURROS DEL DUENDE. NÚMERO CLXXXIII








No se puede ser indiferente ante ningún suceso. Cuando ocurre, alguien está muy cerca de la envidia o de la crueldad.



El hombre en ocasiones se considera bueno y proyecta bondades que incumplirá luego. Igual que los áridos desiertos inventan gratos espejismos que se desvanecen cuando se está a punto de alcanzarlos.



Existen personas tan embriagadas en su afán de poder, que obtienen el castigo de llegar a ser poderosas.





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