viernes, 20 de septiembre de 2013

SUSURROS DEL DUENDE. NÚMERO CXLVI








La bondad surge de una coctelera donde se mezclan la lástima y la generosidad. Lo difícil está en encontrar a alguien que introduzca esos dos sentimientos en el mismo recipiente.



Cuando hablo miro fijamente a la otra persona a los ojos; así advierto si me escucha. Si percibo lo contrario, mis frases se van haciendo cortas y mis oídos se vuelven sordos.


La vida es como un torrente serpenteante a lo largo de un sinfín de sendas imprevistas en las que, a cada giro, puede aparecer de modo espontáneo el fin de la travesía.





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