Nací y crecí entre plataneras, estanques rebosantes de agua y barrancos puestos a correr por el invierno. Por eso ahora, cuando trato de acariciar mi paisaje con la mirada y no percibo sus presencias, me voy decidido a aspirar el perfume del mar, lo único íntegro que distingo en el recuerdo del mis horizontes infantiles.
La verdad suele estar como la perla escondida en el lecho marino. Un sinfín de mentiras dificulta su fácil acceso.
Al hombre generosos se le duerme el corazón cada vez que el egoísmo pasa airoso delante de su puerta.
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