Imposible es una palabra casquivana. En muchas ocasiones ha
cambiado de parecer espontáneamente.
El diminuto barco, con las velas desplegadas, desafiaba a la
tormenta, cobijado en el interior de su botella de cristal.
Nadie renuncia de buen grado a su atractivo, a su confort, a
su fortuna. El hombre no parece estar diseñado para renunciar, hasta el punto
que muchos parecen incapacitados para desistir siquiera de sus propias
desgracias.
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