domingo, 22 de septiembre de 2013

SUSURROS DEL DUENDE. NÚMERO CLXXXII








La niebla baja de las montañas hasta los cálidos valles y, tanto les envuelve, que parece trasladarlos hasta las crestas de mayor altitud. ¡Ay, si así bajase tu corazón al mío!



Los líderes siempre han sido los grandes embaucadores de la historia, pero eso debe tener una causa. ¿No sucederá que las masas se sentirían huérfanas sin la participación directa de esos fulleros del poder y el pensamiento?



 No todos servimos para vagabundos. Para eso hay que carecer de algo que a muchos nos sobra y poseer un don que a muchos nos falta.



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