sábado, 21 de septiembre de 2013

SUSURROS DEL DUENDE. NÚMERO CLXXII









No hay nada que pueda resultar tan económico como la cortesía, y el hombre que la usa a menudo percibe en los demás constantes gestos de afecto y simpatía a bajísimo coste.


  
Sentar un precedente es abrir una vía, casi siempre innecesaria, por la que todo el mundo puede circular a su antojo.


 La generación que me sigue tiene el instinto de un sofisticado ordenador. La mía lo tiene en los ya rudimentarios efectos de una máquina de escribir.
 


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