sábado, 21 de septiembre de 2013

SUSURROS DEL DUENDE. NÚMERO CLXXIV








Hay pájaros que no poseen el don del canto, pero su impecable composición de colores equivale a una original melodía de la naturaleza.


 Miré a un ruiseñor posado en la rama de un árbol. Las verdes hojas, locas de alegría, parecían danzar al son de sus trinos.


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