jueves, 19 de septiembre de 2013

SUSURROS DEL DUENDE. NÚMERO CXXV








La profundidad ineludible del abismo está presente en todos los instantes de la senda  de la vida. No es posible dar con un instante en que no exista el riesgo de caer en él. Por fortuna, cuando resbalamos cerca de su garganta, la providencia nos da un acomodo donde sujetarnos para poder salir airosos. 



En la mayoría de las ocasiones el más audaz es el primero en recibir sepultura. 




La ambición es comparable al lecho inundado por una inagotable catarata. El agua que le cae inmensa y constante, nunca le parece suficiente para calmar su deseo. 





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