Se está menos inseguro sumido en las tinieblas de la oscuridad que en las de la ignorancia.
Si el lebrel del canódromo supiese de antemano que jamás alcanzará a la falsa liebre que siempre se le escapa, igual no la perseguiría. Si el hombre tuviese la certeza absoluta de la inexistencia del Cielo y del Infierno, buscaría otras razones parecidas para seguir rezando.
Si los filósofos no hubiesen sido tan abrumadoramente perspicaces, la humanidad hubiese podido entender con mucha mayor facilidad sus pequeñas y sus grandes cosas.
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