SUSURROS DEL DUENDE. NÚMERO CXXVIII
Las semillas de la virtud vienen plantadas desde su entrada en la vida, dentro
de muchos corazones. Unos no se ocupan de atenderlas y quedan agostadas en el
olvido. Otros les prestan delicada atención y consiguen que sean como árboles
que crecen durante toda su existencia.
El día se levanta cada mañana dispuesto a poner ante nosotros las mismas
oportunidades de ayer y que, por un motivo u otro, no pudimos aprovechar.
El otoño suele desmontar todos los excesos del verano.
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