jueves, 19 de septiembre de 2013

SUSURROS DEL DUENDE. NÚMERO CXXVIII









Las semillas de la virtud vienen plantadas desde su entrada en la vida, dentro de muchos corazones. Unos no se ocupan de atenderlas y quedan agostadas en el olvido. Otros les prestan delicada atención y consiguen que sean como árboles que crecen durante toda su existencia.



El día se levanta cada mañana dispuesto a poner ante nosotros las mismas oportunidades de ayer y que, por un motivo u otro, no pudimos aprovechar.


El otoño suele desmontar todos los excesos del verano.






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