La roca permite el embate de la ola porque no se repite. Sabe que esa que ha roto furiosa contra ella no volverá a agredirla nuevamente. Se irá para siempre, desmembrada toda su bravura. El nuevo embate lo traerá otra que difuminará del mismo modo su arrogancia.
Todos deberíamos ser listos y, en el peor de los casos, todos tontos.
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