La soledad posee una singular virtud: permite a la persona hablar consigo misma y, cuando a Dios le apetece, conversar los tres. Una lágrima puede significar el mayor de los infortunios. ¡Qué triste que las lágrimas no sirviesen sino para enfatizar las alegrías. No esperes la menor migaja de generosidad de manos de la codicia.
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