A veces, en mi andar solitario, me desanimo y un frío seco silba
amargo por todos los pasillos de mi ser. Suelo volver la mirada entonces para buscar una sonrisa de ánimo. Eso me libera y el silbo frío se transforma en cálido verano.
Estos, en los que vivo, no son mis tiempos. Por alguna causa inexplicable estoy desplazado de sitio, en un mundo totalmente desarreglado para mi sensibilidad.
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