Las ideas están siempre fecundadas en el refugio de la mente. Solo aguardan las contracciones de las neuronas para adquirir vida propia y demostrar de lo que son capaces.
El hombre es poseedor de una gran facultad para erradicar el mal. Le basta con anular los instintos desafortunados que germinan en su corazón. Cuando cada uno haya hecho su parte del trabajo, la maldad habrá quedado tan fulminada como la viruela.
No hay comentarios:
Publicar un comentario