domingo, 8 de septiembre de 2013

SUSURROS DEL DUENDE. NÚMERO LXXV










Hay  hombres que si de improviso se tornasen águilas, dejarían entonces que les cortasen las alas antes que sus afiladas garras.



-Padre, ¡me duelen tantas cosas!
-Hijo, ¡me duelen mis cosas y las tuyas!



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