¡Qué fidelidad la de la estela que sigue al barco durante toda la travesía!
El diminuto barco, con las velas desplegadas, desafiaba a la tormenta, cobijado en el interior de su botella de cristal.
Estoy pidiendo a gritos una bocanada de aire fresco, mientras todo aquel que se me acerca no hace otra cosa que exhalarme su cálido aliento.
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