¡Ay, si pudiese creer en los dogmas que me permitirían conciliar el sueño! ¡Cuántas noches de insomnio y desazón no hubiese experimentado!
Me he equivocado muchas veces. Eso me concede el convencimiento de que alguna vez también he podido acariciar algún acierto.
Olvidar del todo resulta casi imposible. Es como tratar de hacerlo poniendo esparadrapo en la memoria.
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