jueves, 12 de septiembre de 2013

SUSURROS DEL DUENDE. NÚMERO XCV








La araña teje su tela, pero jamás se echa a dormir en ella.


Entiendo a quien no admite ofensa de nadie. Seguro es que sentiría como si le metiesen las manos en las tripas y se las estrujasen. Y es entonces cuando pudiese aparecer el bárbaro que duerme en sus cavernas.


¿Qué culpa tiene la flecha de que le hayan puesto una afilada punta en lugar de rosas hechas de algodón?





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